Lebanese Lullaby
Museo Internacional de la Gráfica, 2006
Video Instalación Dv Loop
TRT: 4:00 Min.
Lybanese Lullaby es un video construido a partir de un collage de imágenes de noticiarios internacionales que presentan el conflicto bélico entre Israel y el Líbano. Desde una perspectiva deconstructiva, esta obra buscar hacer emerger las decisiones de lenguaje y montaje de las imágenes de los medios de comunicación, mediante los cuales se ha construido el relato y el discurso sobre el conflicto. De este modo, Gabriel Tagle desmontó las narraciones televisivas en múltiples imágenes fragmentarias y a partir de estos fragmentos construyo nuevamente el video que busca poner en crisis la relación convencional entre las imágenes y la comunicación ideológica.
La pregunta fundamental de la que parte este trabajo es ¿qué es aquello que vemos cuando en un noticiero pretenden mostrarnos la complejidad de la guerra? Lo que vemos, por supuesto, no es la “verdad” de la guerra. Todas aquellas imágenes relevantes en términos políticos sobre el conflicto quedan suprimidas tras los rostros de los locutores que toman el primer plano y nos narran desde una línea editorial aquello que debemos ver y comprender. De este modo, es posible afirmar que contrariamente al murmullo que dice que somos enceguecidos por un exceso de imágenes, el poder opera sobre la base de un sistema de sustracción y ocultamiento de las imágenes que importan. Como ha señalado Rancière: “No hay otras imágenes satelitales de la guerra de Afganistán sino las del Pentágono, que compró todos los derechos de difusión. Y los diecisiete millones de fotografías adquiridas por Bill Gates ha sido destinadas a enterrarse bajo doscientos veinte pies de tierra; para restituirlas al público en forma digital se necesitarán cuatrocientos años” . El poder de dominación a través de las imágenes no pasa, entonces, simplemente por su circulación excesiva. Aquellos que dominan los medios lo hacen descartando y editando imágenes, subsumiéndolas bajo el poder del discurso oficial. En este sentido, agrega Rancière algunas páginas más adelante: “Nuestros boletines informativos nos presentan, a pesar de lo que se dice, escasas imágenes de la guerra, la violencia o las aflicciones que marcan el presente del planea. Lo que vemos esencialmente son los rostros de quienes ‘hacen’ la información, los hablantes autorizados: presentadores, editorialistas, políticos, expertos, especialistas de la explicación o del debate. Las ‘imágenes’ sobre la pantalla son ‘sus’ imágenes” . Lo que aquí queda puesto en entredicho es el vínculo entre las imágenes y la comunicación. En los medios llamados de comunicación, se juega una segunda guerra que es la guerra de las imágenes mismas. En los medios se da una continuidad de la guerra, pero una que recae con fuerza sobre la determinación global de lo decible y lo perceptible a través de las imágenes seleccionadas y editadas.
Lybanese Lullaby, como ya anunciamos, emerge como una reflexión visual desde las capacidades críticas inherentes al videoarte, como una forma estética capaz de liberar el poder de las imágenes antes editadas y controladas mediáticamente. En este sentido, esta obra no es simplemente “contra-información”, es decir, no busca comunicar, a través de las imágenes, un contra-mensaje más “humanitario” o más “verdadero” sobre la guerra. Su política consiste en la puesta en crisis de los códigos mismos sobre los cuales se monta la relación entre las imágenes y la comunicación informativa. Estos códigos, son, antes que nada, disposiciones técnicas que buscan poner bajo control el poder de las imágenes, lo que George Didi-Huberman ha llamado lo diseminado e incontrolable de las imágenes . El montaje de los fragmentos de este video busca, liberar esa potencia diseminadora que imposibilita el relato lineal del mensaje y de la historia oficial y, al destruir el flujo informativo, hace emerger la multiplicidad de las imágenes como una política que el género del videoarte puede formalizar en una nueva política-estética del fragmento y el residuo visual.